El bueno de Ned tampoco rechaza los buenos momentos de conversación tomando alguna cervecita, eso si, con moderación, que el exceso ya sabemos que conduce a la lujuria y a la condena eterna. Al fin y al cabo nuestro Señor transformó el agua en vino.
Y aquí lo tenemos disfrutando de la compañía de unas guapas señoritas que conocedoras del proyecto de Ned no dudan en posar con él y apoyarlo en su justa causa.
El periplo de Ned por las tierras levantinas termina haciendo na visita al puerto de Alicante. A Ned no le importa codearse con la buena sociedad
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