domingo, 26 de octubre de 2014

Ned van Helsing

Un viaje sin tópicos. (versión  libre, alterada e incompleta de la novela de Bram Stoker).

Sinaja, 8 de julio. Salí de Motril a las 8:35 de la noche del primero de junio, llegué a Madrid a la mañana siguiente, temprano; debí haber llegado a las seis cuarenta y seis; el tren llevaba una hora de retraso. No me gustó lo que vi a juzgar por lo poco que pude ver de ella desde el tren y por la pequeña caminata que di por sus calles. Temí alejarme mucho de la estación, ya que, como habíamos llegado tarde, saldríamos lo más cerca posible de la hora fijada. [...]




Salimos con bastante buen tiempo, y empezaba a ser noche cerrada cuando llegamos a Sinaja, donde pasé la noche en el Hotel Palace. En la comida, o mejor dicho, en la cena, comí pollo preparado con pimentón rojo, que estaba muy sabroso, pero que me dio mucha sed. (Recordar obtener la receta para Mina). Le pregunté al camarero y me dijo que se llamaba "paprika hendl", y que, como era un plato nacional, me sería muy fácil obtenerlo en cualquier lugar de los Cárpatos [...]


 Como dispuse de algún tiempo libre cuando estuve en Sighisoara, visité el "Círculo Militar" y estudié  los libros y mapas de la biblioteca que se referían a Transilvania; se me había ocurrido que un previo  conocimiento del país siempre sería de utilidad e importancia para tratar con un noble de la región [...]

El conde Drácula me había indicado que fuese al Casino de Sinaja, el cual, para mi gran satisfacción, era bastante anticuado, pues por supuesto, yo quería conocer todo lo que me fuese posible  de las costumbres del país. Evidentemente me esperaban, pues cuando me acerqué a la puerta me encontré frente a dos mujeres no muy entradas en años, de rostros alegres, vestidas a la usanza campesina: ropa interior blanca con un doble delantal, por delante y por detrás, de tela vistosa, tan ajustado al cuerpo que no podía calificarse de modesto. [...]


[...]Cuando llegué al coche, el conductor todavía no había tomado su asiento,


  y lo vi hablando con la dueña de la posada.

Evidentemente hablaban de mí, pues de vez en cuando se volvían para verme, y  algunas de las personas que estaban sentadas en el banco fuera de la puerta (a las que llaman con un nombre que significa "Portadores de palabra") se acercaron y escucharon, y luego me miraron, la mayor parte de ellos compadeciéndome. Pude escuchar muchas palabras que se repetían a menudo: palabras raras, pues había muchas nacionalidades en el grupo; así es que tranquilamente extraje mi diccionario políglota de mi petaca, y las busqué. Debo admitir que no me produjeron ninguna alegría, pues entre ellas estaban "Ordog" (Satanás), "pokol" (infierno), "stregoica" (bruja), "vrolok" y "vlkoslak" (las que significan la misma cosa, una en eslovaco y la otra en servio, designando algo que es un hombre lobo o un vampiro)[...]


[...] Nunca olvidaré el último vistazo que eché al patio interior de la posada y su multitud de
pintorescos personajes, todos persignándose,[...]






Las figuras más extrañas que vimos fueron los eslovacos, que eran más bárbaros que el resto, con sus amplios sombreros de vaquero, grandes pantalones bombachos y sucios, camisas blancas de lino y enormes y pesados cinturones de cuero, casi de un pie de ancho, completamente tachonados con clavos de hojalata. Usaban botas altas, con los pantalones metidos dentro de ellas, y tenían el pelo largo y negro [...]










"Mi querido amigo: bienvenido a los Cárpatos. Lo estoy esperando ansiosamente. Duerma bien, esta noche. Mañana a las tres saldrá la diligencia para Rasnov; ya tiene un lugar reservado. En el desfiladero de Brasov mi carruaje lo estará esperando y lo traerá a mi casa. Espero que su viaje desde 
Motril haya transcurrido sin tropiezos, y que disfrute de su estancia en mi bello país. [...]
[...] Pareció que durante todo el día vagábamos a través de un país que estaba lleno de toda clase de
bellezas. A veces vimos pueblecitos o castillos en la cúspide de empinadas colinas, tales como se ven en los antiguos misales; [...]


Se inclinó cortésmente al responderme.
—Yo soy Drácula; y le doy mi bienvenida, señor Ned, en mi casa. [...]

10 de julio. Debo haber estado dormido, pues es seguro que si hubiese estado plenamente
despierto habría notado que nos acercábamos a tan extraordinario lugar. En la oscuridad, el patio parecía ser de considerable tamaño, y como de él partían varios corredores negros de grandes arcos redondos, quizá parecía ser más grande de lo que era en realidad. Todavía no he tenido la oportunidad de verlo a la luz del día.



En la luz de la luna al lado opuesto donde yo me encontraba estaban dos jóvenes mujeres, mejor dicho tres damas, debido a su vestido y a su porte. En el momento en que las vi pensé que estaba soñando, pues, aunque la luz de la luna estaba detrás de ellas, no proyectaban ninguna sombra sobre el suelo. [...] 


Durante el verano de este año, hicimos un viaje a Transilvania, recorriendo el terreno que para
nosotros estaba y está tan lleno de terribles recuerdos. Nos resultó casi imposible creer que las cosas
que habíamos visto con nuestros propios ojos y oído con nuestros oídos, hubieran podido existir. Todo rastro de aquello ha desaparecido por completo. El castillo permanece como antes, elevándose ante un paisaje lleno de desolación

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